El Washington Post reveló ayer que Rusia había instalado discretamente una red de vigilancia submarina en el Ártico, construida con tecnología occidental, para proteger sus submarinos con misiles balísticos, utilizando empresas fachada para evadir las sanciones y los controles de exportación.
La investigación, desarrollada en colaboración con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y medios europeos, describe cómo Mostrello Commercial Ltd., una empresa registrada en Chipre, adquirió un sonar avanzado, antenas submarinas, enlaces de fibra óptica e incluso un vehículo no tripulado de inmersión profunda para sembrar sensores en el fondo marino de esa zona rusa. El sistema, conocido como Harmony, está diseñado para detectar submarinos aliados que entran en aguas cercanas a las bases de la Flota del Norte, que albergan la fuerza de disuasión nuclear marítima rusa.
La arquitectura de Harmony se basa en dispositivos acústicos fijos instalados en el fondo marino y ubicados a lo largo de crestas y laderas para maximizar los rangos de detección pasiva en las frías y densas aguas del Ártico. Para emplazar estos nodos, la empresa chipriota Mostrello adquirió sonares de reconocimiento montados en el casco de fabricantes estadounidenses que permiten el mapeo de alta resolución del fondo marino para la ubicación precisa de los sensores. Los registros citados por el Post detallan compras de sistemas de barrido lateral y multihaz de empresas como EdgeTech y R2Sonic; las facturas y los contratos revelaron términos en ruso y arrendatarios vinculados a Moscú que desmontan la aparente fachada comercial.
Además de los sistemas de escucha, los expedientes de adquisición indican la entrega de cientos de kilómetros de cable de fibra óptica y antenas submarinas especializadas, componentes compatibles con la detección acústica distribuida por cable o configuraciones híbridas que transportan datos acústicos brutos o preprocesados a la costa para su fusión con las señales de reconocimiento del dominio marítimo. Un elemento clave fue un dron submarino con una capacidad de aproximadamente 3.000 metros, ideal para el despliegue, la inspección y el mantenimiento encubiertos de nodos profundos donde la topografía del fondo marino y la capa de hielo limitan el acceso de buzos o ROV desde embarcaciones auxiliares convencionales. El arco exterior de la red, trazado a través de las rutas de los buques vinculados a las adquisiciones de Mostrello, sigue un semicírculo desde Múrmansk al este hasta Nueva Zembla, y luego al norte hasta la Tierra de Francisco José, creando una especie de cable trampa alrededor de los principales accesos de la Flota del Norte.