por Lepanto el Jue Sep 16, 2021 7:40 am
Al traste el contrato con Francia para la construcción de submarinos. Como ya se lee en prensa francesa:
El mundo es una jungla. Francia acaba de recordar esta amarga verdad por la forma en que Estados Unidos y el Reino Unido la apuñalaron por la espalda en Australia. Así es la vida.
Puñalada con derivadas, ya que es una puñalada impresionante en la espalda de un aliado europeo clave involucrado en el Indo-Pacífico. Todo el mundo en Francia está conmocionado. Y ya se considera el punto más bajo en las relaciones entre Estados Unidos y Francia desde 2003 incluso con consecuencias probablemente más profundas y un gran revés para una estrategia transatlántica sobre China.
Un proyecto sacrificado por Australia en el altar de una gran alianza anglosajona con Washington y Londres, que saboteó en el mayor secreto los acuerdos franco-australianos firmados hace cinco años.
Estados Unidos, Reino Unido y Australia anunciaron esta noche que habían concluido un pacto tripartito de cooperación y seguridad, que claramente apunta a lidiar con el creciente poder económico, tecnológico y militar de China, aunque nunca se mencione por su nombre. "Nuestras tres naciones están comprometidas con el fortalecimiento de nuestra alianza global para trabajar por la seguridad de nuestros pueblos, por la paz y estabilidad del Indo-Pacífico", indicó el video de presentación de esta alianza estratégica llamado "AUKUS" (AUstralia, Reino Unido, Estados Unidos). Un mensaje introductorio donde es interesante notar que comienza explicando que el primer punto común de las tres naciones es que son “democracias marítimas unidas por vastos océanos entre tres continentes”.
Este es el regreso claramente mostrado de las talasocracias, cuyo poder radica en el dominio de los mares. A esto le siguió un discurso público conjunto, por videoconferencia, del presidente estadounidense Joe Biden, el primer ministro británico Boris Johnson y el primer ministro australiano Scott Morrison. Fue este último quien habló primero y explicó que esta asociación permitiría a los científicos, industriales y las fuerzas armadas de los tres países trabajar juntos para hacer que el Indo-Pacífico sea más seguro, en cooperación con sus aliados en la región. Más allá de las operaciones, el objetivo propuesto por Washington, Londres y Canberra es trabajar juntos para mantener la superioridad tecnológica, en particular, dijo Joe Biden, en cibernética, inteligencia artificial, tecnologías cuánticas y hacerse con una flota de submarinos de propulsión nuclear a la marina australiana.
Por mi parte y resumiendo, adiós SSK, hola SNA, la verdad es que un SNA, dada la situación geográfica australiana, es el producto ideal, pero esta decisión a parte del revuelo mundial que está levantando, les lleva a tener muchas dudas sobre ellos para futuros contratos y eso que ya el contrato de las fragatas nos tenía que haber puesto sobre aviso, pero sinceramente no esperaba un giro de 180 grados como el que han pegado. Por otro lado se abre un debate interesante y virulento en el país, ya que esa decisión sobre SNA, tiene/tenia enfrente una legislación australiana con una gran aceptación por su población como es la Ley de Protección del Medio Ambiente y Conservación de la Biodiversidad que prohíbe la energía nuclear en Australia, lo primero que se señaló a la hora de decidirse por los SSK.
En 1998, el parlamento australiano debatió y votó la legislación necesaria para centralizar la tarea de protección contra la radiación y la seguridad nuclear en un órgano regulador independiente. Antes de esta legislación había dos agencias reguladoras, el Laboratorio de Radiación de Australia y la Oficina de Seguridad Nuclear, que tras la aprobación de los proyectos de ley se convertirían en el Organismo Australiano de Protección contra la Radiación y de Seguridad Nuclear (ARPANSA por sus siglas en inglés) regida por la Ley Australiana de Protección contra la Radiación y Seguridad Nuclear de 1998. Es en esta parte de la legislación destinada a crear un entorno normativo donde los materiales y dispositivos radiactivos se manipulen de manera segura, es donde surge la prohibición absoluta respecto de la energía nuclear.
En este momento la ya denominada Ley ARPANSA de 1998 establece que ninguna disposición de esa Ley debe ser utilizada para autorizar la construcción o explotación de cualquiera de las siguientes instalaciones nucleares:
(a) una planta para la fabricación de combustible nuclear;
(b) una central nuclear;
(c) una instalación de enriquecimiento;
(d) una instalación de reprocesamiento;
Y en la Ley de Protección del Medio Ambiente y Conservación de la Biodiversidad de 1999, vuelven a introducir esa misma prohibición. Debate socio-político en puertas, a lo que habrá que añadir un largo proceso judicial por el contrato francés, relaciones internacionales tensas, y un proyecto industrial de muy dudosa posibilidad de elaboración en tierras australianas, pues las limitaciones de su industria naval son manifiestas y ahora hablamos de palabras mayores.