La Mística del Poder AéreoUna serie de reflexiones propias inspiradas en un artículo de WarOnTheRocks de acuerdo a mi visión del tema.Israel se enfrenta a un dilema estratégico único a lo largo de su frontera occidental. Desde que el grupo terrorista islámico Hamas tomó el control de Gaza en 2007, Hamas e Israel se han involucrado en una continua y violenta serie de acciones "ojo por ojo" sobre esa estrecha franja de tierra costera del Mar Mediterráneo.
Este relativamente moderado nivel de violencia (ayer mismo, 8/9/17 hubieron operaciones aéreas limitadas de la Fuerza Aérea Israelí en Gaza en represalia por el lanzamiento de cohetes contra el sur de la Ciudad de Ashkelon) han ido escalando hasta convertirse en guerras totales en tres oportunidades: Operación Plomo Fundido (en hebreo, Oféret Yetzuká, 2009), Pilar de Defensa (Amúd Anán, 2012) y Borde Protector (Tzúk Eitán, 2014). Sin embargo, por mucho que Israel pueda desdeñar a Hamás, no puede simplemente deshacerse de él, en primer lugar porque Israel no quiere meterse en ese avispero y volver a gobernar Gaza por si misma, y en segundo lugar porque sabe que si cae Hamas, quien venga después a sustituirlo será mucho peor (básicamente serían los movimientos yihadistas salafistas a los que Hamas reprime violentamente desde hace unos 10 años).
El reto estratégico se convierte entonces en encontrar la forma de disuadir a Hamas de optar por elegir soluciones violentas, y ello se logra golpeándolos sin pausa cada vez que actúan violentamente, en especial a sus militantes en Judea y Samaria (Cisjordania), debilitando su capacidad militar en Gaza pero al mismo tiempo manteniéndolos firmemente anclados en el poder y en control de la Franja, o, en otras palabras, "romperles todos los huesos, pero sin llegar al punto de enviarlos al hospital y dejar la casa abandonada".
Los desafíos de Israel en Gaza se ven agravados por dos factores adicionales. Mientras que Israel, Estados Unidos, la Unión Europea y otros, consideran a Hamas como una organización terrorista, ellos gobiernan en Gaza como un pseudo-estado, haciendo de Hamas un actor político híbrido clásico con capacidades más allá de las de la mayoría de los movimientos terroristas.
Por otra parte, Gaza es también una de las áreas más densamente pobladas del mundo, obligando a Tzáhal (nombre hebreo de las Fuerzas de Defensa de Israel) a tener que operar contra un adversario que está firmemente incrustado y bien atrincherado (física y políticamente) dentro de las estructuras sociales de la población civil, a la que toma frecuentemente de rehén (rehén voluntario en muchos casos o involuntario en muchos otros).
Las operaciones de Tzahal en Gaza, y anteriormente en el Libano, son un ejemplo más de los retos a los que se enfrentan los ejércitos modernos cuando se enfrentan a adversarios híbridos en guerras asimétricas, enemigos muy determinados en sus objetivos, altamente motivados, y que combaten en terrenos urbanos densamente poblados a los que conocen muy bien y en los que han preparado defensas con tiempo. En particular, el último enfrentamiento (los 51 días de duración de la Operación Borde Protector) reafirman cinco lecciones básicas que se aplican más allá de Gaza y que encuentran correspondencias en varios otros conflictos asimétricos, como los que se están desarrollando en países como Siria, Iraq, Libia, el Yemen y otros.
Lección 1: El poder aéreo tiene serias limitaciones en territorio urbano densamente poblado.
A principios de la década del 2010, Israel fue víctima de lo que se ha llamado
“La Mística de la Fuerza Aérea”, que sobre la base de las lecciones que dejaron las experiencias de los EEUU durante la Operación Tormenta del Desierto en 1994, sostiene que el poderío aéreo de una nación proporciona una “panacea estratégica” que supuestamente ofrece a los políticos de ese país la capacidad de utilizar a su fuerza aérea para lograr con relativa facilidad fines estratégicos sin tener que pagar el alto costo en sangre, dinero y mala prensa que implican las intervenciones en operaciones terrestres.
Y es que el poder aéreo es una forma inusualmente seductora de fuerza militar, en parte porque, al igual que una relación de “pareja moderna” (tan de moda últimamente), parece ofrecer una gran gratificación sin demasiados compromisos. Pero ésto no es más que una ilusión. En realidad, los efectos del poderío aéreo son limitados y aunque se hagan los máximos esfuerzos para evitarlo, las campañas aéreas no pueden evitar enfrentarnos con el lado más oscuro y trágico de la guerra, de su desorden, crueldad y brutalidad, de sus costos en vidas inocentes, y de la irreparable destrucción inherente a las mismas, aunque “desde el aire” las cosas parecieran verse (engañosamente) de otra forma.
Israel tuvo que volver a aprender esta lección en Gaza, una lección que parecía que había olvidado tras el trauma de la casi interminable Primera Guerra del Libano (1982-2000).
Para muchos estrategas israelíes, la Operación Pilar de Defensa del 2012 creó esta mística, cuando tras ocho días de intensos ataques aéreos parecía que Hamas detenía el lanzamiento de sus cohetes contra las ciudades de Israel. Esta conclusión resultó equivocada, el impactante poder aéreo que se aplicó (con éxito) en decapitar al liderazgo de Hamas y destruir sus espacios de operación no fue la razón del acortamiento de la guerra, ni fue la causa de la frágil calma que siguió después. En última instancia, el alto el fuego tenía más que ver con el éxito de la diplomacia, específicamente los esfuerzos del gobierno egipcio de Mohamed Morsi (líder de los Hermanos Musulmanes) fuertemente presionado desde los EEUU para intervenir frente a Hamas. Una frágil tregua que como era de prever, se derrumba cuando cambian las condiciones políticas en Egipto unos dos años más tarde, y entonces otra guerra estalla en Gaza.
Finalmente en el 2014, la Operación Borde Protector hizo añicos la ilusión de la omnipotencia del poder aéreo de Israel. Durante la primera fase de la campaña aérea que duró aproximadamente desde el 8 al 16 de julio, la Fuerza Aérea de Israel trató de jugar las mismas cartas que había usado en la Operación Pilar de Defensa y llevó a cabo un estimado de 1.700 ataques aéreos contra posiciones de Hamas en la Franja, y sin embargo, el poderío aéreo por si mismo fracasó en poner un fin definitivo a la amenaza de los cohetes palestinos que se lanzaban ininterrumpidamente desde Gaza contra las poblaciones israelíes.
Aerostato de vigilancia estacionado en la fronteraLa HHA (Fuerza Aérea de Israel) tampoco pudo contrarrestar eficazmente una nueva táctica de Hamas contra la que aun se continua combatiendo (túneles excavados desde la Franja hasta los mismos bordes de las poblaciones israelíes con la intención de infiltrarse y realizar allí atentados) ya que los tuneles eran obviamente subterráneos y sus bocas de entrada eran indetectables desde el aire a pesar de los más modernos métodos de detección que Israel dedicó a ello. En última instancia, nuevamente el poder aéreo por si mismo no logró poner fin al conflicto y el aparato militar de Israel aprendió (por las malas) que para conseguir los objetivos necesarios para finalizar con el problema era necesario lanzar una nueva e indeseada campaña terrestre.
Captura de un túnel de HamasLección 2: Las operaciones en tierra en zonas urbanas nunca son sin sangre!
Aunque en su mayor parte la estrategia de Israel fue mantener la ofensiva terrestre lo más acotada posible en el tiempo y limitando sus objetivos para evitar empantanarse, aun así no pudo evitar causar una gran destrucción. La batalla de Shuja'iya fue quizás uno de los más claros ejemplos de hasta donde se puede descontrolar una situación cuando los acontecimientos se salen de lo previamente planificado.
Shuja'iya es un barrio densamente poblado de la Ciudad de Gaza (92.000 personas en 6 km2) y un bastión de Hamas desde el que se habían lanzado 140 cohetes contra Israel en doce días, por lo que después de tres días dedicados al lanzamiento de panfletos desde el aire (con A-4 Skyhawks especialmente equipados con contenedores para ello), llamadas telefónicas a los habitantes del lugar casa por casa, mensajes de texto a los cabezas de familia, y avisos en árabe por radio en los que se advertía a los civiles de una operación inminente instándolos a evacuar el barrio (el mismo procedimiento que en el Barrio de Zeitoun), Tzahal lanza una operación en la noche del 19 de julio del 2004 para destruir los bunkers de almacenamiento de cohetes Katyusha y Qassam, y derrumbar seis túneles transfronterizos operativos que habían sido identificados en Gaza por los agentes del Aman, la Oficina de Inteligencia del Ejército.
Shuja'iyaLa mala suerte quiso que un carro del cuerpo logístico de la Brigada Golani quedara detenido y aislado de sus pares por problemas mecánicos, lo que fue aprovechado por militantes de Hamas para emboscarlo matando a sus siete ocupantes. Los intentos del ejército israelí para recuperar a sus hombres (de los que no se conocía su suerte: muertos? heridos? capturados?) chocaron con una fuerte resistencia que causó seis muertos israelíes, varios heridos, y que rápidamente desintegraron el control previo de la situación.
El Coronel de la Brigada Golani, que conducía la operación sobre el mismo terreno, fue herido, se paraliza la operación, y se activa la muy polémica Directiva Hanibal, un procedimiento (no oficial pero muy real) destinado a evitar que el enemigo lograse retener prisioneros o hacerse con los cuerpos de los caídos para su uso en futuras negociaciones, y que autorizaba (extraoficialmente) al mando local para hacer uso de máxima potencia de fuego para evitar que el adversario hiciese uso de los túneles excavados a lo largo de esa zona para huir de la misma.
Las baterías del Cuerpo de Artillería se pusieron en ello y en unas pocas horas se lanzaron sobre los 6 km2 de Shuja'iya más de 600 rondas de 155 mm, que se sumaron a al menos un centenar largo de bombas de 1 tm. que fueron soltadas por la HHA (Fuerza Aérea). Al final, ese uso masivo de poder de fuego fue casi irrelevante al objetivo marcado y solo causó 65 bajas entre los combatientes de las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam (el ala militar de Hamas), unos 200/300 heridos (un tercio de ellos civiles que se habían negado a evacuar), e igualmente no pudo evitar que los palestinos lograron hacerse con el cuerpo de uno de los hombres caídos, el Teniente Hadar Goldin (Z”L), cuyos restos están aún en manos de Hamas.
Un fuerte golpe a la moral de la prestigiosa Brigada Golani, que perdió ese día 13 hombres intentando recuperarlo!
Evacuación de bajasEscenas de luto en la BrigadaEl nivel de violencia desatado (hay quien lo llama la “Doctrina del Perro Loco” por lo desproporcional del método) y que en Israel se utiliza para “marcarle” limites el rival cuando éste ha cruzado alguna línea roja, causó graves roses con la Administración Obama, y el mismo Secretario de Estado John Kerry, él mismo un veterano de la Guerra de Vietnam al que no es ajeno el calor del combate, declaró a los medios: “It was a hell of a pinpoint operation”, quizás olvidando a algunas de las tantas y tantas operaciones militares norteamericanas con daños colaterales infinitamente más graves.
Con respecto a la muchas veces mal llamada “Doctrina del Perro Loco (rabioso)” de la que tan mal uso se ha hecho en algunos medios rabiosamente anti-israelies, es originalmente conocida como Doctrina de Disuasión Sansón, y es de Moshe Dayan, ex-Comandante en Jefe de Tzahal y ex-Ministro de Defensa de Israel, quien afirmaba (y con razón): “Como forma de disuasión frente a tal cantidad de naciones enemigas, más grandes, pobladas y con mayores recursos, Israel debe actuar en ciertas situaciones como un perro rabioso: demasiado peligroso como para molestarle”.
Por desgracia, las experiencias de las Fuerzas de Defensa de Israel en Libano, Gaza o Jenin no son únicas. Los Estados Unidos aprendieron lecciones similares en Mogadiscio, Somalia en 1993, o más recientemente en el 2004 en la Batalla de Faluya, o en el 2008 en la Batalla de Ciudad Sadr en Irak, y en otras varias operaciones en entornos urbanos, a las que no son ajenas las fuerzas rusas, turcas, británicas, francesas y otras.. Todas ellas causantes de infinidad de bajas colaterales en enfrentamientos asimétricos en zonas pobladas.
La realidad es que aun en los ejércitos más modernos y mejor equipados, y a pesar de todas sus ventajas tecnológicas, de las sofisticadas herramientas de inteligencia involucradas en las operaciones, y del amplio arsenal de armas de precisión disponibles, cuando las fuerzas militares convencionales encuentran obstáculos y resistencia en terreno urbano, el resultado nunca es una operación limpia, y nunca sin sangre! aunque el planeamiento haya sido el mejor posible y se hayan previsto todas las variables de desenlaces posibles y las respuestas adecuadas a cada una de ellas.
Lección 3: Los militares occidentales no pueden evitar traspasar las reglas de enfrentamiento (ROEs) determinados por la ley internacional.
En parte debido a que las operaciones terrestres son obviamente asuntos inherentemente violentos y sangrientos, es casi inevitable que la guerra se extenderá inevitablemente desde el campo de batalla a las salas de los tribunales. El ex abogado, General Juez Adjunto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos Charles Dunlap, denomina a este fenómeno “Lawfare”, y lo describió como “la estrategia de usar (o des-usar) la ley como como un sustituto de los medios tradicionales militares para lograr un objetivo operacional”, y a través de las guerras en Gaza, la dirigencia de la maquinaria de guerra de Israel era muy consciente de esta dimensión de la lucha que el enemigo le ponía enfrente como otra más de sus herramientas de guerra asimétrica para limitar en forma considerable las opciones de Israel en el terreno militar.
Lanzamiento de cohetes desde Gaza CityDesde entonces, el Ministerio de Defensa de Israel ha hecho enormes esfuerzos para combatir en la guerra jurídica que surge como consecuencia de sus guerras en Gaza y el Libano. Se designaron abogados para actuar como asesores legales hasta incluso los niveles más bajos del comando para integrarse a los procesos de decisión, y de esa forma orientarlos de acuerdo a lo que dispone la legalidad internacional.
Se establecieron medidas, gestionadas de forma centralizada por los altos mandos para definir los niveles “aceptables” a la hora de evaluar los riesgos de causar daños colaterales. Los asesores legales de Tzahal fueron incluso más allá, y en forma proactiva elaboraron estrategias de defensa legales preventivas para justificar distintas variables de ejecución de operaciones militares que podrían darse a futuro, y sin embargo, como reconocen los propios jerarcas del Ministerio de Defensa, Israel aún no ha logrado ganar esta guerra legal (o lawfare) que continua persiguiéndola en diversos tribunales bajo iniciativa del tremendamente influyente conjunto de naciones islámicas. De hecho, Israel todavía es objeto de un intenso escrutinio de organizaciones no gubernamentales y de las Naciones Unidas desde el fin de la Operación Borde Protector en el 2014, de igual forma que lo había sido tras el fin de las guerras anteriores en Gaza.
Mientras que por diversas razones Israel domina el centro de atención jurídica internacional, la realidad es que todos los ejércitos occidentales siguen atentamente esta evolución luchando por encontrar una respuesta a los desafíos de la guerra jurídica que amenazan permanentemente sus operaciones en distintos lugares del planeta, en donde está muy claro que se han producido malos usos y abusos de la fuerza, en especial en Afganistán, en la guerra contra ISIS y al-Qaeda en diversos escenarios, y en particular en Iraq, Siria y Libia, en donde se han producido decenas de miles de bajas colaterales y enormes daños a las infraestructuras civiles a causa de estas intervenciones.
Si bien Estados Unidos es comparativamente mucho más inmune que Israel a esta “guerra jurídica” al punto que la Embajadora estadounidense en Naciones Unidas, Nikki Haley, ha acusado abiertamente y en varias oportunidades al Consejo de Derechos Humanos de la ONU de actuar con un “sesgo anti-israelí crónico”.
Lección 4: La lucha urbana no se puede evitar!
Dado que en ciertos conflictos el poder aéreo es ineficaz por si mismo, y las operaciones terrestres terminan siempre siendo en extremo destructivas y sangrientas, y con una alta probabilidad de acabar en los tribunales, surge la siguiente pregunta: ¿Pueden los estrategas militares simplemente neutralizar las amenazas que surgen contra sus fuerzas en las áreas urbanas y lograr evitar caer en las trampas que las obligan a traspasar ciertos límites no deseados? Hasta cierto punto, Israel trató extensivamente este problema, del que Shuja'iya no es más que otro de los ejemplos.
Los enormes recursos invertidos en el desarrollo del paraguas de defensa aérea israelí de varias capas, y en especial el primer círculo de la misma que protege a las ciudades de las salvas de cohetes de corto y mediano alcance por medio del Sistema Kipat Barcel (Cúpula de Hierro) permitió reducir a un mínimo las bajas civiles israelíes y reducir significativamente la destrucción de bienes que hubiesen causado los miles de cohetes que han sido lanzados contra las poblaciones israelíes si Israel no hubiese dispuesto de esta capacidad de interceptarlos en el aire enfocándose en aquellos que por su rumbo se calculaba que causarían bajas civiles y desechando interceptar aquellos que no se consideraban potencialmente destructivos, en un proceso de decisión que llevaba solo un par de segundos.
Batería Kipat Barzel (Cúpula de Hierro)
Este sistema de defensa no solo permitió salvar incontables vidas entre los israelíes, sino aún más importante, alivió la presión social sobre la dirigencia política de Israel que al ver reducida las bajas a mínimos “aceptables” por esa misma población, no se vio obligada a ordenar represalias que hubiesen sido en extremo violentas (como con el Líbano en el 2006), ni se vio obligada a tomar decisiones que obligaran a las fuerzas militares a actuar en forma más acelerada y agresiva, lo que hubiese causado un muy mayor nivel de destrucción en Gaza, muchísimas más bajas entre los civiles palestinos, y serias complicaciones futuras en los tribunales (otra vez el lawfare), que es en definitiva el objetivo supremo que esta clase de enemigos busca cuando decide utilizar a su propia población civil como escudo y refugio. Logrando así acumular más mártires para su causa, y más expedientes en las cortes internacionales.
En resumen, la Cúpula de Hierro salvó muchas vidas entre los civiles israelíes y evitó un gran nivel de destrucción en Israel, pero salvó aún muchas más vidas entre los civiles palestinos y aun mucha más destrucción en la Franja de Gaza!
Lo que ha quedado más que claro tras los múltiples conflictos de estas últimas dos décadas, es que las campañas terrestres en las guerras asimétricas no se pueden evitar, y más allá del poderío de las más modernas y mejor equipadas fuerzas aéreas, implicarse en una guerra asimétrica traerá como consecuencia que más tarde o más temprano habrá que desplegar fuerzas sobre el terreno. Nos guste o no nos guste esa opción! Y por esa razón estamos obligados a mantener fuerzas capaces de combatir eficazmente en guerras urbanas. Fuerzas bien entrenadas y equipadas para lograr cumplir los objetivos lo más aceleradamente posible y causando el menor nivel posible de destrucción en el entorno civil.
Fase previa al asalto. Transporte de material a la fronteraY por último, la lección más difícil de encajar: El convertir el éxito militar en una victoria duradera, y con resultados que se extiendan en el tiempo.
Después de una década de operar en contra del régimen de Hamas en Gaza, y en contra de los varios movimientos terroristas yihadistas (sus adversarios políticos) y que actúan contra la voluntad y en claro desafío a la autoridad de ese régimen, el ejército israelí ha aprendido muchas lecciones sobre la guerra urbana contra estos adversarios híbridos, pero al menos una de ellas sigue siendo la más difícil de conseguir solucionar: ¿Cómo convertir el éxito operativo en una victoria duradera? ¿Como evitar que las “victorias” de hoy sobre el terreno se conviertan en motivo de una nuevo enfrentamientos semanas o meses después? Porque si bien las guerras “limitadas” de Israel compraron varios períodos de relativa calma (algunos más largos, y otros más cortos), nunca fueron una solución duradera, ni en Gaza ni en el Líbano, y la violencia aún continúa en la actualidad y amenaza extenderse a otros teatros de conflicto, como el Golán sirio o el Sinaí egipcio.
Saludos