por Remula el Lun Sep 10, 2007 10:29 am
“Hemos sostenido que con un gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, un conflicto entre Colombia y el vecino país, y concretamente la anexión de territorio colombiano por parte de Venezuela, por más que no nos guste pensarlo, no es imposible. No nos es grato visualizar algo así, pero quienes pretendemos ser analistas de la historia y de la guerra, estamos obligados a ello.”Eso dice Miguel Posada Samper en un polémico artículo.
No nos es grato visualizar algo así, pero quienes pretendemos ser analistas de la historia y de la guerra, estamos obligados a ello. Una agresión dentro de dos o tres años de Chávez hacia Colombia no solamente es posible, sino que bajo ciertas condiciones su probabilidad es significativa.
Una de esas condiciones es que Estados Unidos asuma, por presión de la opinión pública interna, una actitud retraída y pasiva, renuente al uso de la fuerza en el campo internacional. No sería nada nuevo en la historia de Estados Unidos. Esto ocurrió, por ejemplo, después de la guerra de Vietnam, y ello permitió que se asesinara a varios millones de personas en Vietnam y en Camboya, sin que los victimarios temieran la intervención americana. Y antes de eso, ocurrió después de la primera Guerra Mundial. Sólo el ataque japonés a Pearl Harbor conmovió a la opinión norteamericana para que el gobierno pudiera entrar a la Segunda Guerra Mundial. La opinión en Estados Unidos siempre ha oscilado entre el intervencionismo y el aislacionismo, pero existe allí un rechazo a soportar pérdidas humanas en la guerra que se acentuado con el correr de los años. El poder militar real en la política internacional depende no solamente de la tecnología y los medios sino de la voluntad para actuar. En una democracia como es Estados Unidos, esa voluntad depende no solamente del carácter del gobernante, sino de la opinión pública y, formalmente, del poder legislativo.
En Noviembre de este año, el partido Republicano probablemente perderá el control de una u ambas cámaras legislativas. Uno de los motivos de esta pérdida - talvez el más importante- es que la opinión pública, influida por una prensa que tiende a favorecer posiciones de izquierda, rechaza la intervención en Iraq. Sin la aquiescencia del Congreso, la administración Bush, no podrá intervenir en otros conflictos.
Si además, en 2008, el partido Demócrata gana la presidencia, la política internacional será aún más aislacionista. Esto tendrá graves implicaciones en muchos aspectos. Entre ellos, será menos probable la aprobación de un TLC con Colombia. Pero las implicaciones serán también graves en materia de defensa.
La ayuda para enfrentar a los narcoterroristas se verá seguramente muy reducida, y no podremos contar con Estados Unidos en caso de una agresión externa de un país dominado por la izquierda.
En Colombia la gran mayoría de los “expertos”descartan la posibilidad de guerra con Venezuela porque asumen que Estados Unidos entraría inmediatamente a respaldar a Colombia. Este supuesto es probablemente cierto, aunque no absolutamente seguro, mientras esté en el gobierno la administración Bush.
A partir de Noviembre de 2008, una aventura de Chávez contra Colombia se vuelve mucho más probable, puesto que podrá calcular, sin temor a error, que nadie vendrá en ayuda de Colombia.
Chávez, como ya lo sabemos, está comprando más de cuatro mil millones de dólares en armamento y está organizando sus milicias para llegar a una meta de 2 millones de hombres armados. La segunda condición, el aumento considerable del armamento de las fuerzas venezolanas, está en curso. Y una tercera condición, que ya se inició, es el proceso de seducción de los Wayuu, que viven indistintamente de uno u otro lado de la frontera y pasan de un lado a otro como algo rutinario. La mayoría tiene cédula venezolana y vota en las elecciones de ese país. Estos indígenas están recibiendo de parte de Chávez toda clase de prebendas.
¿Cómo sería el preludio de un ataque de Venezuela? Imaginemos el siguiente escenario a título de ejemplo:
Chávez fomenta disturbios de los Wayuuen la Guajira con cualquier pretexto. Los disturbios, naturalmente, incluyen manifestantes armados que provocan la violencia y se produce la muerte de algunos indígenas (y talvez de algunos soldados o policías). “Voceros”de la etnia, previamente aleccionados, solicitan la intervención de Chávez para evitar una “masacre”o un “genocidioâ€. La prensa de izquierda internacional, europea y norteamericana, muy numerosa por cierto, apoya la intervención de Chávez y se empieza a hablar de la libre determinación del pueblo Wayuu. Los disturbios se agravan. Al mismo tiempo las FARC desarrollan una campaña terrorista y una ofensiva en el resto del país. Chávez moviliza milicias y tropas regulares a las fronteras: Guajira, Cesar, Santanderes y Arauca. Luego inventa uno o más incidentes de “agresión”contra Venezuela de tropas colombianas[1].
Colombia niega culpa en los incidentes y apela a la vía diplomática, pero el Consejo de Seguridad delibera sin resultados. Se limita a pedir a las partes que guarden la calma.
Hay nuevos disturbios en la Guajira y nuevos llamados de los “dirigentes”indígenas solicitando la intervención de Chávez.
Con esto ya está dispuesto el escenario para la invasión y esta se produce. Tropas de Venezuela con una vanguardia de blindados y protección aérea, penetran en la Guajira con apoyo de la aviación. Las tropas colombianas se repliegan, abrumadas por los blindados venezolanos y acosados por la aviación.
El Consejo de Seguridad de la ONU solicita a Chávez el retiro de sus tropas, pero este responde que sólo las retirará de una parte de la Guajira, pues el resto pertenece a Venezuela. Además dice que sólo las retirará de las zonas que no reclama cuando la ONU envíe “cascos azules”para proteger a los indígenas. Esto por supuesto no ocurre.
Unas semanas después, organiza unas elecciones en la zona, utilizando sus famosas maquinas electrónicas y, “oh sorpresaâ€, la mayoría quiere la anexión a Venezuela. Nadie ayuda a Colombia, “porque el problema debe resolverse por la vía diplomáticaâ€.
Los muchos países aliados de Chávez proclaman la “legitimidad”de la invasión y la posterior anexión. Otros guardan silencio. Gran Bretaña o Estados Unidos piden sanciones, pero no se logra la mayoría necesaria en el Consejo de Seguridad. El presidente de Estados Unidos, aun siendo demócrata, anuncia un embargo a la venta de armamento a Chávez, pero no se atreve a vender armamento a Colombia, pues el congreso se opone. El embargo poco afecta a Chávez, pues casi todo su armamento es ruso. El presidente americano también lamenta que el TIAR no aplica en este caso porque se trata de un problema entre vecinos y no de una amenaza externa al continente.
La OEA debate, por supuesto, pero unos países alegan a favor de Colombia y otros de Chávez. En esa instancia internacional tampoco se llega a nada. Las tropas colombianas pelean con armamento inferior y sin cobertura aérea, pues la Fuerza Aérea de Venezuela cuenta con aviones rusos de combate de última generación (Sukhoi 30) que borran del aire a los obsoletos Mirage V de la FAC. Las corbetas colombianas son prudentemente retiradas al Pacífico, pues la flota venezolana, superior en calidad y cantidad, y la amenaza aérea, hacen imposible su intervención.
En Venezuela, Chávez es un héroe, pues recuperó territorio que, según él mismo, “era de Venezuelaâ€. Las dificultades políticas internas desaparecen pues nadie se atreve a criticar al caudillo en medio de la guerra. Por cierto, el territorio invadido encierra las minas de carbón que permiten a Colombia nivelar su balanza de comercio energético. El crédito externo de Colombia se derrumba.
¿Qué puede hacer nuestro país? ¿Atacar en otros sitios de frontera? El mundo entero condenará la “extensión del conflictoâ€. El gobierno de Colombia, sin respaldo internacional significativo y con su propio congreso dividido, nada puede hacer.
Algunos empresarios colombianos que dependen de las ventas a Venezuela alientan una aceptación y una “regularización”de las relaciones con Venezuela. Piensan: “¿Que importa La Guajira? ¡Sin las ventas a Venezuela nos quebramos!”¿Es éste un escenario imposible? Los mismos periodistas y políticos colombianos que saludaron con euforia el triunfo del partido Demócrata, y que duraron meses insultando el saliente gobierno de Bush “el terribleâ€, llorarán la “traición”de Estados Unidos.
Todos los eventos necesarios para que se produzca un escenario de este tipo, o una de cientos de variaciones que llevan a algo parecido o peor, están en curso. Estados Unidos, frustrado por la situación en Iraq, se mueve hacia uno de sus períodos de introversión.¿Se puede o se debe hacer algo? Lo primero que debemos hacer es quitarnos la venda de los ojos. Debemos aceptar que nuestro vecino es peligroso y que una situación de esta naturaleza es posible y aún probable. Luego hay que dar unos pasos muy pronto en materia de compra de armamento. Esto requerirá muchos sacrificios: reducción de las transferencias, reducción de algunos programas sociales, reforma definitiva de pensiones, etc.
Hay que poner la casa en orden para allegar los recursos para comprar aviones de combate y blindados, que así no sean equiparables al armamento que está comprando Chávez, serían un factor disuasivo. Es una lástima gastar dinero en armamento sofisticado y costoso, pero el precio de no hacerlo puede ser la pérdida de una parte valiosa de nuestro territorio. [1] Recordemos que, según Hitler, Alemania fue atacada por Polonia en 1939
Colombia, Venezuela, y la actitud de Estados Unidos
Miguel Posada Samper
Diario EXterior