Pero no puedo evitar un escalofrío cuando pienso en lo que me pueden llegar a hacer si estoy en el momento y en el sitio equivocado, cuando una de esas pocas especies agresivas tiene hambre y tu eres su almuerzo

Aquí he rescatado de un enlace de internet una traducción hecha por un cubano - supongo - sobre el hundimiento del crucero USS Indianapolis. Los que habéis visto la película tiburón recordaréis la trágica historia, narrada por el amigo "caza tiburones"...

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http://cubanology.com/Sabina/The_Fate_o ... ersion.htm
"El Destino del USS Indianapolis"
Por José Reyes & Traducción por Sabina Texido
La primera vez que conocí de esta tragedia fue cuando vi la película "Tiburón sangriento" (Jaws). Hay una escena donde los tres protagonistas (Roy Scheider, Richard Dreyfuss y Robert Shaw) que perseguían al tiburón blanco en el barco de pesca del capitán Quint compartían historias una noche. Los personajes enseñaban sus cicatrices y tatuajes y contaban cómo los habían adquirido. El capitán Quint contó entonces la escalofriante historia del origen de una cicatriz que él recibió durante la segunda guerra mundial, cuando servía a bordo del buque USS Indianápolis, el 30 de julio de 1945. Esta es la asombrosa historia del más terrible ataque de tiburones que se haya registrado jamás.
Un poco de historia
El USS Indianápolis era un crucero (CA- 35) de 9,800 toneladas de desplazamiento, construido en Camden, Nueva Jersey, y botado en comisión en Noviembre de 1932. El Indianápolis patrullaba los océanos Atlántico y Pacífico en tiempos de paz. El heroico Indianápolis navegó y dominó el Pacífico Sur y hasta pasó un tiempo en Alaska.
El ataque Japonés a Pearl Harbor el 7 de Diciembre de 1941 dio inicio a la Guerra del Pacífico Sur. A partir de ese momento, el USS Indianápolis participó en frecuentes batallas navales con gran efectividad. A pesar de los repetidos ataques de los kamikaze y de haber sido averiada en dos ocasiones, siempre logró volver a puerto para reparaciones. Este crucero se movía a gran velocidad y poseía alto poder de fuego, por lo que fue elegido para cumplir una operación súper-secreta, que cambiaría el curso de historia.
Misión Especial
El 16 de julio de 1945, el USS Indianápolis zarpó el puerto de San Francisco con una carga especial: varios contenedores de madera forrados de plomo en su interior cargaban el resultado del Proyecto Manhattan, que no era otra cosa que Uranio-235, la bomba atómica. La misión era tan secreta que --si bien todos a bordo sabían que era bien importante -- ni el mismo capitán conocía el verdadero contenido de la carga. La misión fue preparada con gran apoyo técnico y supervisada por altos jefes militares.
El Indianápolis rompió el record de velocidad, al hacer 5,000 millas en diez y un solo atraque para combustible en el puerto de Pearl Harbor y llegó a su destino, Tinian en las Islas Marianas, el 26 de julio. Tinian, a setecientas millas de las costas de Japón, fue el aeropuerto escogido para el despegue los bombarderos que lanzaron las bombas atómicas, que darían fin a la guerra.
El ataque de los Tiburones
Después de unos días en Tinian, el USS Indianápolis zarpó el domingo 29 de Julio de 1945 para reunirse con el USS Idaho y comenzar prácticas de puntería al día siguiente. Debido al carácter secreto de la misión recién llevada a cabo, no había conocimiento de que el Indianápolis estuviese ya en el área. El USS Idaho no fue informado, y este error volvería a atormentarlos después.
A las 00:14 horas, durante el cambio de turno y con toda la tripulación despierta, el Indianápolis recibió el ataque de dos torpedos lanzados por un submarino I-58 japonés. En sólo segundos, la nave resultó averiada gravemente. El primer torpedo impactó en proa y la desapareció, el segundo hizo impacto a estribor, inutilizando el sistema eléctrico de la nave con la explosión, eliminando cualquier posibilidad de enviar un SOS. El Indianápolis se hundió en quince minutos. De los 1,197 hombres a bordo, aproximadamente 880 a 900 hombres sobrevivieron las dos mortales explosiones. Muchos hombres fueron resultaron quemados y heridos de gravedad, pero el 95 % tenían sus chalecos salvavidas Kapock puestos cuando fueron lanzados a las quietas aguas del Pacífico. Había luna llena. Los sobrevivientes empapados en agua y gasolina, comenzaron a agruparse para auxiliarse unos a otros. A causa de la velocidad con la que se hundiera la nave, sólo estaban disponibles unas pocas balsas salvavidas.
Al principio, los hombres no estaban tan preocupados, debido a que esperaban ver aparecer al Idaho USS. Sin embargo, el mando central de la marina estadounidense no tenía conocimiento del paradero del Indianápolis. Al amanecer, comenzaron a acercarse los tiburones. Los marineros comenzaron a sentir pánico al ver estos monstruosos tiburones tigre que les acechaban y empujaban con sus morros. Cuando los gigantes de 30 pies de largo olfatearon la sangre de los heridos, comenzaron a atacarles, despedazándoles. El olor de la sangre atrajo más tiburones. Según relatos de los testigos, entre doscientos y trescientos tiburones masacraron durante horas a los desvalidos náufragos. Los aterrorizados sobrevivientes se tomaron de las manos y formaron círculos grandes para tratar de defenderse, pero los tiburones continuaron atacando el exterior de los círculos, desmembrándolos uno a uno. Flotaban pedazos de brazos y pernas por doquier. Hubo muchos que no soportaron más y, desprendiéndose de sus chalecos salvavidas, preferían ahogarse a morir descuartizados. La masacre se extendió días. Los tiburones se retiraban por tres o cuatro horas, para regresar aún más feroces y emprenderla con los sobrevivientes. Muchos murieron durante los tres primeros días, de hambre y deshidratación, el resto estaba siendo cazado implacablemente y sufrir una lenta y horrible muerte. Casi 400 hombres fueron devorados por estas despiadadas bestias marinas. La experiencia de ver cómo un hombre es devorado vivo sin poder hacer nada para evitarlo tiene que ser horrible y brutal para cualquier persona. Sólo trescientos diecisiete hombres sobrevivieron la horrible masacre, que se había durado cinco días.
Un Rescate Audaz
El rescate de los 317 sobrevivientes resultó ser casi increíble. El teniente Chuck Gwinn, piloto de un bombardero naval Ventura PV-1 fue quien divisó -de pura casualidad-- a los sobrevivientes, mientras realizaba una patrulla anti-submarinos. Gwinn se encontraba reparando un problema con su antena cuando descubrió una mancha de petróleo en el océano. Para él, una mancha así era indicación de que un submarino se estsba sumergiendo. El teniente pensó que sería un submarino enemigo y se dispuso a lanzar cargas de explosivos de profundidad desde la popa de su avión, así que dio vuelta a la aeronave y se dirigió hacia la mancha. Cuando estaba a punto de lanzar las cargas, miró por su ventanilla y distinguió un grupo de hombres flotando en el agua, que agitaban sus brazos y trataban de atraer la atención del piloto. Gwinn se elevó y contactó a la base por radio de las coordenadas exactas de los náufragos. El mando central no podía dar crédito a su informe, y tardaron dos horas en reconocer la urgencia del caso. La aeronave se estaba quedando sin combustible pero Gwinn continuaba insistiendo. Finalmente, tuvo que regresar a la base, pero el mando central había decidido despachar hacia la zona del naufragio, un avión de reconocimiento, el hidroavión PB-Y Catalina, pilotado por el teniente Marks. Mientras volaba hacia el área del desastre, el teniente Marks divisó al crucero US Cecil Doyle, y le informó por radio de la localización de los sobrevivientes. El piloto llegó a lazona y comenzó a arrojar balsas salvavidas y provisiones a los náufragos. Le comunicó al mando central de la confirmación del informe de Gwinn, y fue ordenado regresar a la base ya que los hombres serían rescatados por el Cecil Doyle. Cuando se disponía a alejarse, su tripulación descubrió la mancha de tiburones que atacaban a los sobrevivientes, arrancando pedazos de sus cuerpos. Ignorando las órdenes recibidas, decidió acuatizar en medio del océano. Logró colocar el hidroavión junto a los náufragos y perdió unos remaches en el intento, pero sin otro percance comenzó a cargar a los extenuados y aterrorizados hombres en su avión, sobra las alas y sobre el fuselaje. Cincuenta y seis hombres estaban a salvo de los ataques de los fieros dientes de los tiburones sobre el fuselaje y las alas del hidroavión, que sirvió esa noche de refugio contra una terrible muerte. Al amanecer siguiente les alcano el USS Cecil Doyle, y los trescientos diecisiete sobrevivientes fueron rescatados, junto con el ahora inútil hidroavión. Hasta el último instante, los tiburones siguieron atacaron a los hombres y les arrancaban pedazos a dentelladas, hasta que lograban sacarles totalmente del agua, tal y como lo contó Quint, en el filme Tiburón Sangriento. Es en verdad una historia terrible, pero verdadera e inolvidable.
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Yo he podido ver algunos escualos, tanto navegando - seguro desde la cubierta del barco, y deseando dispararles,

Aunque los que he visto buceando han sido siempre pequeñitos, gracias a Dios, porque si no, del infarto que hubiese sufrido, no estaría aquí dando la barrila ahora mismo.

Cerca del Cabo de la Huerta, en Alicante, hace años. Cuando aún se podía hacer pesca submarina por la zona, y no estaba llena de nudistas. Recuerdo a uno de pocos palmos de largo. Traté de arponearle (supongo que su mamá no estaría cerquita

También eran buenas las historias que contaba mi padre, que fue oficial de Inf. de Marina en los años 50. Cuando estaban en Canarias, en el minador "Júpiter" se entretenían arrojando carne con granadas de mano dentro a esos pobres angelitos, que solían indigestarse con el manjar

Pues bueno, que os den, cochinos escualos. Y como si algún día podéis, lo haréis vosotros conmigo, a ver si esta noche ceno marrajo... cabroncetes, mamones, feos y prehistóricos ¡¡¡
