por MedalOfHorror el Lun Ago 29, 2016 6:12 pm
De esto que el soldado de primera Medal vuelve de la guerra de gila con más de unas anécdotas humorísticas y tal.
Larga historia hecha vorta, andabamos por una base del ANA en el sureste afgano, en una misión de escolta de un general de dos estrellas a una reunión. Antes de llegar al centro de mando los soldaditos de plomo hemos de entrar y limpiarlo, habitación por habitación. Asegurado el edificio cada uno toma posición en su sector y ahí las horas que haga falta hasta que eso acabe. De esto que uno se aburre a los 5 minutos y mira al compañero, mudo hasta entonces, y con cara de trauma psicológico. Viniese el jefe de escuadrón a lo que le comento que el chaval esta en un estado raro. Insistimos en que nos contara que ocurría y a nuestra sorpresa lo que nos contó superaba cualquier cosa que hubiesemos imaginado hasta entonces. El chaval, mientras aseguraba los cuartos abrió una puerta nada menos que para encontrarse con dos afganos manteniendo relaciones en el medio de la habitación mientras un grupo, sentado alrededor les observaba. A su entrada, por supuesto, la sorpresa le bloqueó el cerebelo y ni la respuesta mas instintiva se activó, según él, esos dos segundos viendo eso se le hicieron eternos hasta que le dió por cerrar la puerta.
Claro esta, la risa no nos la quitó ni Dios por un buen par de días. Hasta que nos pusieron a nuestro pelotón en formación para recibir al comandante del batallón, el cual al escuchar lo ocurrido no sólo gracia le hizo sino que vió oportuno recompensar al soldado con una moneda de batallón. En su discurso le dijo que por su profesionalidad y por haber ido más allá de la linea del deber se lo merecía y que los servicios de salud mental y ayuda religiosa están a su disposición por si lo necesita. Ahora la risa no nos la quitan de encima cada vez que recordamos el hecho.
Personalmente de lo mas curioso y cómico que vi ahí.
Dulce Bellum Inexpertis Est