Comienzos del 83. - Rgto. de Inf. San Fernando nº 11 (Alicante)
Un tirilla voluntario de 18 años estrena su Opel Corsa 1.2 S "De Luxe" - agil, fiable, seguro, alemán, como rezaba la publicidad de entonces - con motor de aleación ligera, y "reglaje de taqués hidraúlico"
(aunque por aquel entonces era un gran coche comparado con el 127, el R5 y el Ford Fiesta).
Para celebrarlo, se va con tres amigos (un cabo "tomatero" y dos soldados) de copas un viernes por la noche. La noche era joven. La audacia de aquella pequeña pero selecta fuerza militar, infinita. Como la provincia de Alicante ofrece tantas posibilidades, la duda era: ¿donde ir?
A uno se le ocurrió decir: ¿Alguien conoce Callosa de Ensarriá? ¡¡¡Me han dicho que allí hay una discoteca con buen "ganao"!!!
Total, que aunque nadie conocía tan idílico lugar, allí se fueron .
Uno de los "soldaos" era un Vallecano que apenas levantaba metro y medio del suelo (¿como le dejaron hacer la mili?), más chulo que un ocho, más bacilón que una Enduro 348, más macarra que Cristiano Ronaldo, y más broncas que Sadam Hussein (q.e.p.d.) en sus buenos tiempos
. Llevarle a cualquier sitio era un peligro, pero como contrapartida, con su carácter bacililla y su gracia cheli, siempre abría brecha con esa clase de chicas que no quieres para casarte ni para divagaciones filosóficas, pero si para ver el cielo por un ratito...
Bien, espero que no haya nadie de Callosa de Ensarriá (vaya mierdecilla de pueblo) leyendo esto. Y si lo hay, disculpa chaval, no es nada personal. Tu pueblo es muy feo.
El Opel Corsa nuevecito - ágil, fiable, etc - aparcó frente a la discoteca, que era tan fea y cochambrosa como el mismo pueblo. Y cuando los heriocos jóvenes entraron - oh maravilla -
había una colección de chavalas sentadas que no la hubiera soñado ni el mismo Hugh Hefner para sus "aburridas" fiestas del Play Boy.
No hizo falta plan de ataque. El "Vallecas" cumplió la función para la que había sido diseñado con eficacia encomiable. Sus requiebros combinados con aullidos infrahumanos, mientras bailaba desenfrenadamente, con un cubata de garrafón en una mano, y un "Winston" en la otra, consiguieron el efecto deseado en las "titis"; que se empezaran a partir de la risa
, lo que allanó el camino del asalto para el resto de la fuerza.
Ya la infantería española se creía cerca de una de sus épicas victorias, cuando aparecieron por ahí los nativos (con perdón), unos diez o doce lugareños a los que evidentemente no hizo mucha gracia ver a los forasteros tonteando con "su ganao".
De momento, parecía que no iba a ocurrir nada grave. La prudencia aconsejaba una sabia rectificación de líneas - que no retirada - ante un enemigo tres veces superior en número, y además, atrincherado en sus posiciones.
Pero el "Vallecas" era chulo por naturaleza
, y no lo podía evitar. Mirando fíjamente al más alto y cuadrado de los pueblerinos, al que apenas le veía la cara desde su metro y medio escaso de estatura, le soltó (con mucho acento cheli): "¿¿¿todojjjs lojjjs deste mierda pueblo sois así de paletos, o ejjjsque tu eres el jefe???" y antes de que pudiera reaccionar, le soltó un puñetazo en los "gí¼evos" (que más o menos le caían a la altura de sus puños, dada la diferencia de estatura), y otro en la barbilla mientras se encogía del dolor.
Aunque sus tres compañeros ya se prepararon para lo peor cuando vieron al "Vallecas" acercarse al pueblerino grandote, y reaccionaron con la bravura propia de los soldados de los Tercios de Flandes en su apoyo, la pura superioridad numérica del enemigo acabó por aplastar a los infantes, a los que llovían leches, botellazos y sillazos desde todos los ángulos.
Cuando la brava pequeña parte del ejército abandonó el lugar, con mucha sangre y honra, pero conociendo el amargo sabor de la derrota, uno le preguntó al "Vallecas": ¿pero no te podías haber callado, coño?, a lo que el bajito pero heroico y varias veces herido contestó: "¿pero ejjjs que no vijjjste la cara paleto que tenía el tonto lojjjs gí¼evos ese?"
Y así se labró la leyenda del muy desproporcionado y heroico combate de Callosa de Ensarriá en el 83, que ha pasado de padres a hijos, y que las generaciones venideras nunca olvidarán , pues merece inscribirse con letras de oro entre las más difíciles y meritorias acciones de nuestro ejército.
Creo que en Hollywood andan pidiendo los derechos de la historia para hacer una superproducción. Aunque quizá quedase mejor si se hiciera una película española tratando del hecho, más que nada por la idiosincrasia y tal...