Silver Surfer escribió:En el pocast parecen interesados en la victoria del helo convencional sobre el Cheyenne. Si alguien comparte esa curiosidad es sorprendente averiguar que un pais que nunca ha llegado a operar helos de combate ha jugado una parte importante en este asunto. El Royal Canadian Armored Corps (RCAC) ya incluía referencias al equipamiento de helicópteros de reconocimiento con misiles antitanques desde 1962 con un estudio tripartito incluyendo USA y Australia en 1963. Diez años más tarde, los pilotos del RCAC demostraron ser elementos clave en los ejercicios de Ansbach, Alemania en 1972 donde se demostró la letalidad del helicóptero de ataque. Este ejercicio combinó unidades de scout (Kiowa) y ataque (Cobra) defiendo contra unidades blindadas reforzadas con defensa aérea y cobertura de caza como lo dictava la doctrina del Pacto de Varsovia. Estos ensayos fueron la primera prueba de la viabilidad de utilizar helicópteros de ataque dedicados contra masas blindadas soviéticas. Usando vuelo rasante (NOE), tácticas de disparo emergiendo detras de cobertura y usando misiles guiados por cable fueron capaces de establecer un promedio de doce a diecisiete vehículos de combate blindados destruidos por cada helicóptero abatido. En algunos casos los ratios fueron incluso de 33:1 a favor de los helicópteros. Dado que la OTAN se consideraba en desventaja numérica, un asesino de tanques eficaz era altamente atractivo. Con su lugar cada vez más asegurado dentro de los ejércitos, la doctrina para helicópteros maduró enfatizando su utilización como defensa activa. Si no hubiera sido por la unificación de las Fuerzas Canadienses en 1968, los helicópteros de ataque, si se hubiera perseguido su compra, habrían formado parte de la RCAC. Para fines de la década de 1980, la compra de helicópteros de ataque había sido abandonada hacía mucho tiempo, Era la década de 1980 un período de "revitalización" de la RCAF a través de la adquisición del CF-18, CP-140 y la modernización de NORAD. La "Fighter Mafia" gana la partida.
Lo que cuentas es esencial porque no todo el mundo sabe el papel que juega la defensa contra el presunto y teórico rodillo blindado soviético de cara a concebir un helicóptero de ataque especializado.
Para ese conflicto imposible (o de cortísima duración antes de que volaran las nukes tácticas y de teatro, destruyendo toda consideración al arte operacional), eran una herramienta perfecta. Fuera, presentan abundantes limitaciones
Mientras tanto, el combo Cobra/Kiowa cosechaba exitos desde Vietnam al laboratorio del Frente Central Europeo, el problema con el diseño del helicóptero compuesto como el Cheyenne era inicialmente que presentaba problemas de estabilidad y efecto suelo, vibraciones, exceso de peso, etc. complicaciones propias de un producto tan novedoso. Eventualmente esos problemas se resolvieron pero entonces el Cheyenne ya estaba metido en otros lios, esta vez políticos. Los acuerdos de Key West, la retirada progresiva de Vietnam y el clima político con respecto al gasto militar, hizo que el Ejército se decida a favor de un helicóptero convencional. En ese mismo 1972, el Army anunció un nuevo programa para un helicóptero de ataque avanzado (AAH), que llevó al desarrollo del Apache AH-64. Se quería un helo mejor que el AH-1 Cobra en potencia de fuego, rendimiento y alcance asi como la capacidad NOE, lecciones aplicadas de las pruebas de Ansbach.
Hay otro problema de mayor alcance conceptual y de origen estadounidense: como citas, los acuerdos de Cayo Oeste. Al quedarse la USAF con la aviación de combate de ala fija, el Army se encuentra sin un recurso aéreo plenamente orgánico, supeditado a sus necesidades operacionales como lo tiene la fuerza aérea de los marines. Los marines tienen sus propios problemas mentales, como la fijación enfermiza con nuevos tarawa, pero al menos todo gira en la misma dirección.
La fighter mafia de la USAF, hasta por motivos identitarios, se opone a servir operacionalmente al army todo lo que puede. Ellos están para la logística, para la superioridad aérea y defensa del espacio aéreo, y llegado el caso para atacar de forma abrumadora los segundos y terceros escalones del adversario y sus puntos críticos en la retaguardia para ganar las guerras desde las alturas. Dar un apoyo orgánico quedó reducido al A-10, y de hecho es algo que las demás fuerzas OTAN no tenemos.
Como los mandos de tierra conocen esa carencia y, en general, la limitación orgánica del apoyo de esos esbeltos jets modernos, aceptan el helo como mal menor. Es inaceptablemente lento, caro de operar, necesitado de blindaje y de envolventes muy estrictas para no caer como moscas por el fuego de tierra. Pero es suyo, responde a sus necesidades y está especializado (mal que bien) en apoyar directamente a las tropas en tierra en contacto con el enemigo. No es sólo el aparato físico (que también, será mejor que un cazabombardero cuyo diseño y doctrina deja al CAS en tercera posición como mucho), sino el entrenamiento de los pilotos y la coordinación con la fuerza de tierra.
Sin los problemas mencionados, un helo de ataque convencional carece de sentido en comparación con un equivalente de ala fija: más barato de operar, más rápido, más persistencia sobre el terreno y más capacidad de carga