por Lepanto el Jue Ene 28, 2021 11:46 am
El grupo Fincantieri no tomará el control de los astilleros de Saint-Nazaire. La operación, iniciada en 2017 y que fue objeto de un acuerdo final firmado entre Francia e Italia en febrero de 2018, fue enterrada oficialmente ayer.
Esta decisión puso fin a cuatro años de una interminable telenovela con muchos giros y vueltas. Un caso que se había convertido en un verdadero atolladero político y diplomático para los dos países, antes de involucrar a la Comisión Europea
Y llegó la crisis del covid para reorganizar la situación y ofrecer un resquicio que permite a todos los actores involucrados, incluida la UE, salir sin daños de un lio de difícil solución del que nadie durante meses quería verlo triunfar y salir adelante.
Oficialmente, los responsables de este fracaso son, el coronavirus y la crisis que provoca, se ha dado la vuelta al panorama existente y ahora aparecen incertidumbres muy fuertes en todos los sectores, en particular el turismo y el de cruceros, "donde una senda de fuerte crecimiento había dado lugar a este proyecto de construcción de un actor europeo líder en la industria naval ”.
La crisis sanitaria y su fuerte impacto en la economía han alterado claramente la viabilidad de las construcciones cuya principal actividad es la construcción de buques de pasaje. Porque los armadores, que se habían embarcado en un frenesí de pedidos sin precedentes, ahora se encuentran en grandes dificultades. De hecho, la mayoría de los cruceros del mundo están detenidos desde marzo de 2020 y no es esperable una recuperación significativa antes de 2022.
Esa industria, sin ingresos y muy endeudada, está soltando miles de millones de dólares para pagar sus costos operativos y reembolsar préstamos. En estas condiciones, las inversiones planificadas por las empresas se posponen o congelan temporalmente en el mejor de los casos, y si la depresión continúa, parte de los pedidos o proyectos pendientes de finalización se abandonarán o pospondrán por tiempo indefinido. Al mismo tiempo de forma lenta pero continuada todos los días un gran número de buques ponen rumbo al achatarramiento, además de haberse despedido desde marzo del año pasado a más del 80% de las tripulaciones.
En todos los casos, el mercado ya no ofrece viabilidad a medio plazo, en particular en el segmento de transatlánticos muy grandes. Por lo que para Fincantieri, la adquisición de Saint-Nazaire se ha vuelto mucho menos interesante.
Además en Bruselas, los servicios de la DG de Competencia, que se encontraron con la patata caliente en sus manos a principios de 2019 tras la solicitud de Alemania y la propia Francia de abrir una investigación sobre esta fusión, no estaban a favor de esta operación, tal cual. Ya que Fincantieri, un grupo público líder en el sector, quedaría en una posición demasiado dominante, dejando como único competidor real al fabricante privado alemán Meyer Werft. Por tanto, la Comisión había pedido a Fincantieri, que posee unos quince astilleros en Italia, Noruega y Rumanía, que venda algunos de sus activos para que la transacción sea aceptable. A lo que los italianos no estaban por la labor.
Esta unión tuvo feroces oponentes desde el primer momento, desde políticos, comenzando por los presidentes de la Región Pays de la Loire y el Departamento de Loire Atlantique, o sindicales como Force Ouvrière, Si bien en ambos mundos también tenía gente a favor o neutral, pero también se han visto cambios de chaqueta bastante espectaculares desde 2017.