por Lepanto el Vie Jun 12, 2020 8:01 am
El consorcio europeo PILUM, acaba de ser seleccionado por la Agencia Europea de Defensa para realizar un estudio de investigación y tecnología sobre un arma electromagnética en el campo de batalla, ya sea terrestre o naval. Está dirigido por el Instituto de Investigación Franco-Alemán de Saint-Louis (ISL), que ha estado trabajando durante más de 30 años en la aceleración electromagnética, y el consorcio asocia al instituto de investigación belga Von Karman (dinámica de fluidos y propulsión) y varios fabricantes como Naval Groupe, Nexter o Diehl como integradores de sistemas y de municiones.
El cañón electromagnético es un arma que dispara proyectiles no utilizando como ahora productos químicos sino energía eléctrica. El concepto se basa en el uso de la Ley de Laplace, que consiste en crear un campo magnético haciendo circular corriente en un material conductor. Esto da como resultado una fuerza perpendicular al conductor y al campo magnético que es lo que impulsará la munición mediante la combinación de la corriente y el campo magnético generado.
Se obtiene una velocidad y alcance significativamente mayores, para eso se requiere un "cañón de riel" (canon à rail o railgun) así denominado porque consta de dos rieles alimentados con electricidad, en medio de los cuales el proyectil desempeña el papel de conductor y se ve impulsado por la circulación de electricidad y se crea un campo magnético que genera una velocidad de más de 7000 km/h (2000 m/s). Este sistema además de aumentar la velocidad de la munición, también amplia su alcance en proporciones considerables, ya que la velocidad de salida de tubo de un cañón actual es del orden de 900 a 1000 m/s, y con el railgun los ingenieros apuntan a rangos de hasta 200 kilómetros.
Con respecto a las aplicaciones operativas, uno de los principales intereses militares es que con tales rangos, los barcos podrían neutralizar defensas costeras o blancos en el interior al tener un alcance significativamente mayor y una velocidad final muy alta, sería un complemento a las capacidades de los misiles de crucero (que transportan mil kilómetros), en previsión de la intervención de la aviación o un aterrizaje anfibio. El uso de artillería electromagnética para la autodefensa de los buques, así como amenazas aéreas de largo alcance, incluidos los misiles balísticos, también está previsto pero no forma parte del proyecto actual.
En la práctica representa un verdadero desafío porque la tecnología de estas armas es muy complejo y por ahora nadie en el mundo ha desarrollado un cañón operativo.
Estos estudios tratan de definir escenarios de empleo, con diferentes criterios: el alcance, el número de disparos por salva, la carga militar deseada para los proyectiles, o los tipos de amenazas a tratar y esto servirá para dimensionar el volumen de energía requerido, la masa y el tamaño, para ver si es posible y bajo qué condiciones y limitaciones integrar un arma electromagnética en una plataforma naval y cómo desarrollar todos los componentes de la cadena, incluida la producción y gestión de la energía eléctrica.
Se busca el ajuste correcto entre las misiones operativas y el impacto de la instalación en un buque ya que el problema de la producción y el almacenamiento de energía es una de las principales limitaciones del sistema, que requiere un suministro considerable de electricidad.
En general, se estima que, en comparación con un buque convencional que los requisitos de energía con un arma de este tipo varían del doble al cuádruple, lo que exige un aumento significativo del espacio dedicado a energía. De entrada no serviría para buques de menos de 6.000 toneladas ni para los buques actuales.
Con respecto a la munición exige nuevos diseños ya que el proyectil debe asegurar el contacto entre los dos rieles, con una corriente interna de varios millones de amperios y velocidades de salida hipersónicas.
El proyectil se calentará mucho más, y eso requiere encontrar revestimientos refractarios para proteger la munición y su carga y debe tener en cuenta que esta munición con trayectoria balística, saldrá de las capas inferiores de la atmósfera y descenderá a una velocidad muy alta. También será necesario abordar el problema de los efectos internos del campo electromagnético en la electrónica de a bordo, que tendrá que resistirlo. Y la cuestión del exceso de capacidad energética y la necesidad de definir fuentes de energía pulsada.
La idea es ofrecer una solución para futuros barcos y plataformas terrestres durante la próxima década. La inversión es actualmente limitada, totalizando alrededor de 1,5 millones de euros en fondos europeos. Pero se pueden planificar otras fases para continuar las actividades, siempre con el apoyo de Europa, ya que el consorcio ha presentado un expediente para integrarlo en los proyectos del Fondo Europeo de Defensa. El objetivo es tener un primer prototipo para 2027.