por A.M.E. Nº 4 el Vie Abr 02, 2010 7:30 pm
La mayoría de los 423 infantes de Marina en Petit Goave son de Rota
«¡Viva el Cádiz!»
2 Abril 10 - PETIT GOAVE - Diego Mazón LA RAZON
Desde el aire, Petit Goave es una escombrera en medio del edén. Inmensos árboles de frutos gigantes y enredaderas en flor se mezclan con viviendas derrumbadas y campamentos de plástico y madera. Dos meses y medio después del temblor que acabó por destrozar la ya penosa forma de vida de los haitianos, los que tienen la casa en pie no se atreven a entrar en ella y los que no tienen nada vagan en busca de algo que les haga el día más llevadero.
A pie de calle la sensación es algo mejor dentro del caos palpable. El trabajo de los infantes de Marina españoles ha limpiado las principales vías de cascotes y ha levantado un hospital y un centro de vacunación que no descansa un minuto. Y además, como dicen los propios militares, «esto es el Caribe, tienen otro carácter». Y es cierto. Donde uno espera encontrar desolación total halla sonrisas.
Parte de la responsabilidad de ese gesto risueño la tiene que el suelo ha dejado de temblar y la otra parte un contingente de 423 militares españoles que ha calado entre la población, sobre todo entre los más pequeños. «Les caemos mejor que los americanos, supongo que por eso de ser latinos», comentan los soldados. Los niños se agolpan alrededor de cualquier infante de Marina que ven. Chocan con él, le hacen bromas y repiten una tras otra las frases en español que los propios soldados les han enseñado: «¿Cómo estás?» «Hola amigo» «Dame agua» «¡Viva el Cádiz!». Sí, como los infantes vienen de Rota les han enseñado a animar a su equipo, aunque ahí la mayoría es del Barí§a y la otra parte del Real Madrid. De hecho, en un colegio cercano al hospital de Notre Dame, el campo de fútbol tiene pintado en un lado el escudo de los azulgranas y en el otro el de los merengues. Y no se pierden un partido. Los niños también han aprendido a dirigir las lanchas de desembarco del buque «Castilla» desde la playa. Hacen los gestos como el más experimentado de los marines. Si de paso se llevan un bocadillo o una botella de agua mejor.
El 10% de los 20.000 habitantes de Petit Goave murieron en el terremoto. Hoy, los que quedan se mezclan con los que huyeron del campo hacia la ciudad en busca de la ayuda internacional. En total se han juntado en el municipio 30.000 personas. Y en parte viven mejor que antes del temblor. «Ahora nos tienen a todos aquí», resalta uno de los mandos de la «operación Hispaniola», «a los militares, a las ONG, a la ONU, trabajando sin parar para ayudarles a salir adelante». Las tropas españolas distribuyen 10.000 litros de agua potable cada día, han vacunado a 11.000 personas y han atendido a casi 5.500 tanto en el hospital del buque «Castilla» como en el de la ciudad. Los zapadores de la Infantería de Marina no paran de desescombrar y arreglar infraestructuras y aún han tenido tiempo de hacer que la pequeña base en la que viven sea algo decente con un gasto ridículo: 400 dólares. «Han hecho un trabajo increíble ''destaca el teniente Omar Sam''; hacían su turno en el pueblo y luego se venían a la base y seguían trabajando para habilitarla».
También es verdad que no hay mucho más que hacer. El «night club» de detrás de la base cayó con gran parte de los edificios de la ciudad y no hay bares. Tampoco hay margen para el esparcimiento. «Por mucho que hagas siempre quedan cosas que hacer», comentan, «pero cada cosita que haces lo agradecen muchísimo». En el hospital conviven varias ONG de distintas nacionalidades, pero todos buscan a los médicos que llevan la rojigualda. Son los mejores, dicen en Petit Goave.
En breve se irán, porque «se necesitan empresas especializadas para llevar a cabo la reconstrucción», porque la emergencia ya ha pasado y hay que empezar de cero a construir un país.
Y nació Jean Louis Castilla
Quizá una de las cosas que con más orgullo relatan en el buque «Castilla» es el nacimiento de cuatro niños a bordo. Hacía muchísimos años que en un buque de la Armada no llegaba al mundo un ser humano, y en esta misión lo han hecho dos niños y dos niñas. La madre del primero de ellos fue embarcada con un embarazo complicado. Al ver la luz el niño, la madre sonrió y los médicos, aliviados, comprendieron el hito de ese alumbramiento. Al preguntarle a la mujer cómo iba a llamar a su vástago, no lo dudó: «Jean Louis Castilla». Jean por el médico militar, Juan; Louis por el pediatra, Luis, y Castilla por el lugar del nacimiento. Seguro que siempre habrá alguien en Haití que se acuerde de la ayuda de los militares españoles.
El camino es creer que la Paz es posible, trabajar por conseguirla es transitar por él